La adicción a las drogas es una enfermedad que afecta al cerebro y al comportamiento de una persona. En el post de hoy hablamos sobre la adicción a las drogas, así como de la prevención a la drogodependencia.
Adicción y consumo
Cada vez se hace más presente la necesidad de conceptualizar desde un punto de vista de mayor amplitud ética los procesos de adicción y consumo de drogas.
Adicción
La sensación general de que la adicción y sus consecuencias son un mal que se provoca la propia persona y, que, como consecuencia, la responsabilidad es del individuo y no de la sociedad está empezando a desaparecer, siendo aún innegable la amplia presencia de este sesgo conceptual y ético en la población.
No se puede conceptualizar al adicto como culpable de su circunstancia negando así los miles de factores vitales que llevan a una persona a la adicción. Las drogas están presentes en el día a día de las personas, y casi cualquiera ha tenido la posibilidad de consumirlas o las ha consumido, siendo la adicción una consecuencia que escapa a la elección de los consumidores.
Consumo
El planteamiento de hacer desaparecer la sustancia del entorno o diabolizarla para evitar su consumo se ha mostrado fallido, ya que siempre hay circunstancias, siempre hay nuevos medios para acceder al consumo y en determinadas ocasiones la curiosidad es mayor que el miedo.
La información que lleva a los individuos a consumir casi siempre viene dada por otros consumidores que remarcan los efectos “beneficiosos” de las sustancias. Además, los consumidores primerizos observan, tanto en los demás como en sí mismos, que los efectos negativos del consumo no suelen ser tan terribles en un principio, lo que haciendo balance con la experiencia lleva en demasiadas ocasiones al consumo, tanto aislado como desmedido e irresponsable, provocando la adicción y/o otros efectos de índole catastrófica.
Exclusión social
La indigencia o exclusión social es un problema inherente a las grandes urbes. Es un fenómeno producido entre otros, por la marginalidad social, debido a la falta de oportunidades y en el que el problema de la drogadicción tiene un gran peso.
Son personas que no se sienten miembros de ningún grupo social. Se suele incidir en las rupturas de lazos de dos tipos: ruptura de lazos familiares y personales. No tienen una relación habitual o no mantienen ya ningún contacto con su familia directa e indirecta.
Se trata de rupturas que son encadenadas, es decir, una ruptura puede conducir a otra. Por ejemplo, la pérdida del trabajo puede provocar que la persona pierda los lazos familiares o, a la inversa.
La mayoría son hombres, se encuentran entre los 45 y los 64 años. Y han cursado la educación secundaria, incluso se calcula que un 10% de estas personas tiene incluso estudios universitarios. Suelen consumir en alto grado: hachís, cocaína, heroína y alcohol.
El perfil actual del drogodependiente
El perfil de persona adicta actualmente corresponde a un hombre, de 35 años, que vive en la ciudad, tiene trabajo, y asiduamente consume cocaína. Tiene problemas de pareja y tarda diez años en pedir ayuda.
El 91% de las personas que acuden a un tratamiento por problemas con las drogas son hombres, solo un 9% de las personas que acude a un tratamiento de deshabituación de las drogas son mujeres. Ellas suelen pedir menos ayuda y cuando lo hacen han dejado pasar más tiempo. Además existen importantes diferencias de género en el consumo de sustancias.
La mayoría de los hombres que conforman este perfil, que corresponde a los consumidores de cocaína y de alcohol, es decir, que son policonsumidores (tres de cada diez pacientes), son, en su mayoría, varones, de 33 años de media y solteros, con un núcleo de convivencia estructurado.
Con un mayor tiempo de consumo (19 años de consumo de alcohol, y una media de 9 años de consumo de cocaína, antes de iniciar tratamiento), tiempo que indica que tardan más en acudir a tratamiento, quizás por la aceptación social del consumo y la dificultad en la toma de conciencia del problema.
La mitad conserva su empleo, o recibe un subsidio al mes.
Estas personas afrontan problemas familiares y de pareja, y tienen un menor porcentaje de problemas legales. Aunque es el perfil en el que más divorcios y rupturas se producen.
Normalmente tienen un bajo nivel formativo, con independencia de ser hombre o mujer, alcanzando un alto porcentaje de personas sin estudios.